Autores españoles en Estados Unidos hay muchos, muy buenos, y con cada vez más presencia en las grandes y pequeñas editoriales. Pero tienen una característica muy concreta. Todos son dibujantes. Excepto, quizás, uno. El Torres, conocido escritor, director de revistas de humor, y ahora, guionista de éxito en Estados Unidos.
Hace ya varios años que trabaja para el mercado americano, y ahora presenta en España su última obra, Tambores. Esta es una historia de zombis, pero no de los que nos ha ofrecido George A. Romero los últimos años, sino los clásicos, los que surgen de las religiones caribeñas.
Una unión de todas ellas ha permitido al escritor malagueño crear un thriller sobrenatural que nos traslada a una Florida devastada por las tormentas. En medio de una especialmente terrible, el FBI se encuentra con una masacre. Más de 60 personas muertas, sin causa aparente. Y más adelante, mientras la historia fluye, vuelven para seguir a un Dios primigenio.
En medio de todo ello, el agente Martin Irons se encuentra atrapado por un suceso de su pasado, y con un futuro comprometido. Y con un compañero bastante incrédulo y una asesora externa que les ayuda en el caso, tenemos ya preparado una intensa trama que nos pone, en más de una ocasión, los pelos de punta.
El ritmo es muy cinematográfico, y con la de adaptaciones descafeinadas que están surgiendo ultimamente, me extraña que no haya ya una propuesta de adaptación cinematográfica sobre la mesa de El Torres. Porque es una historia muy bien planteada, excelentemente resuelta y con una puerta abierta a una continuacion que más de uno veríamos con buenos ojos.
En cuanto al apartado gráfico, dos son los artistas que ponen trazos al guión. El primero, Kawaichang Kráneo, un pseudónimo, por supuesto, se encarga magistralmente de los dos primeros episodios. El resto corren a cargo de Abel García, que adopta de alguna manera el estilo del primero para no romper con la uniformidad.
He de decir que, si bien no me digusta el trabajo de Abel, me quedo con el del primer dibujante. Su estilo me parece más adecuado al tono sombrío y oscuro de la serie. También es cierto que, tras unas primeras páginas un poco dispares, Abel consigue imprimir el mismo resultado en la parte final del tomo.
Para terminar, el trabajo del colorista Fran Gamboa resalta todo lo anterior y le da el punto que necesita el cómic para ser todo un ejercicio terrorífico memorable.
Sinceramente, ha resultado ser una lectura apasionante y muy bien narrada, que en la edición de Dibbuks cuenta con un prólogo de Hernán Migoya y un pequeño artículo, a modo de making of, del propio Torres. Un complemento muy adecuado para una edición que vale los 16 euros que cuesta.
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